Los rasgos de un peregrino de esperanza
3/10 La búsqueda y perseverancia por conocer y cumplir la Voluntad de Dios: respuesta a la búsqueda del poder como imposición
La búsqueda de poder como forma de imponer la propia voluntad es una tentación persistente que ha marcado la historia humana. Desde los reinos y los imperios antiguos hasta las estructuras contemporáneas, esta voluntad de dominio ha creado culto al hombre, incertidumbre moral, fragmentación y manipulación social y una relativización de los valores fundamentales. La fe cristiana, partiendo del Amor de Dios y la dignidad del ser humano, impulsa al peregrino de esperanza a perseverar en el conocimiento y cumplimiento de la Voluntad de Dios, comprendiendo que el sentido de la vida está más en la Voluntad divina que en la sola voluntad humana y reconociendo que en esta búsqueda encuentra su verdadero propósito y también su auténtica libertad y plenitud humana.
El Papa Francisco, en Gaudete et Exsultate, señala que "los planes de Dios siempre son más grandes que nuestros pequeños cálculos" (GE, 174). Esta afirmación nos ayuda a comprender que el camino de la Voluntad divina no es un proyecto humano de poder o control, sino una invitación a confiar plenamente en la Sabiduría amorosa de Dios. Para el peregrino de esperanza, este camino implica un proceso continuo de aprendizaje, discernimiento, oración y entrega, en contraste con la tentación de utilizar el poder como herramienta de imposición y dominio.
El poder como imposición. La búsqueda del poder como imposición está enraizada en el deseo humano de controlar, de asegurar una posición de ventaja sobre los demás. Reconocemos el origen de este deseo de poder: la herida del pecado original. Esta inclinación es visible en las relaciones humanas, estructuras sociales, políticas y económicas que privilegian el interés de unos pocos sobre el bien común y la dignidad de cada ser humano. También se manifiesta en la vida cotidiana, en relaciones personales marcadas por la manipulación, el egoísmo, la alevosía y ventaja sobre el prójimo.
El resultado de estas dinámicas es la desconfianza, la desconexión, la polarización y la pérdida de referecias éticas en nuestros comportamientos. Como señala el Papa Francisco en Fratelli Tutti, "cuando se absolutiza el poder, se instrumentalizan a las personas y se destruyen los valores fundamentales de la convivencia" (FT, 106). Para el peregrino de esperanza, es muy importante no se dejase seducir por las tentaciones del poder y perseverar en el camino de la obediencia a Dios, convencido de que su Voluntad es el único camino hacia la justicia y la paz verdadera.
Conocer la Voluntad de Dios: fe y discernimiento. La búsqueda de la Voluntad de Dios no es un sólo ejercicio intelectual, sino que implica una respuesta de fe. Implica reconocer que Dios tiene un plan de Amor para cada persona y para la humanidad entera. Este reconocimiento lleva al peregrino de fe y esperanza a buscar activamente la Voluntad divina en la oración, meditando las Escrituras y reflexionando sobre los acontecimientos de la vida.
La respuesta de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra es un testimonio vivo de la búsqueda y disposición a la Voluntad de Dios, ante el anuncio del ángel: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Aún sin comprender todo lo que es este Misterio, pero confiando en la Bondad y Sabiduría de Dios. Su "sí" es un acto radical de fe y entrega, que se convierte en el modelo perfecto para el peregrino de esperanza.
Inspirados por el ejemplo de María, los peregrinos de esperanza se enfrentan a los desafíos de la vida con una actitud de apertura y discernimiento. Saben que la Voluntad de Dios no siempre es fácil de entender, pero confían en que el Señor los ilumina a través de la oración, la vida de la Gracia, el consejo de los demás y la reflexión sobre los acontecimientos, en un camino de discernimiento cristiano.
Perseverar en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Conocer la Voluntad de Dios es solo el primer paso; perseverar en su cumplimiento es el verdadero desafío. Más allá de todo el éxito inmediato y poder efectivo, el peregrino de esperanza se compromete a caminar por el camino de la fidelidad, incluso cuando este implica sacrificio, incomprensión o fracaso aparente.
San Ignacio de Loyola, se propuso buscar la disposición del corazón y la actitud adecuada para buscar y encontrar la Voluntad de Dios. En un camino de profunda conversión, San Ignacio dedicó su vida a discernir y cumplir la voluntad de Dios. Fundó la Compañía de Jesús con el lema "Ad maiorem Dei gloriam" (Para la mayor gloria de Dios), recordando constantemente que su misión no era propia, sino una respuesta al llamado divino. En sus Ejercicios Espirituales, Ignacio ha enseñado a generaciones de cristianos a buscar y cumplir la voluntad de Dios con confianza y valentía, incluso en medio de las adversidades.
El peregrino de esperanza, inspirado por ejemplos como el de San Ignacio, encuentra en la perseverancia una fuente de fortaleza y crecimiento espiritual. Sabe que la fidelidad a la Voluntad de Dios, aunque a veces sea difícil, conduce siempre a una mayor comunión con Él y con los demás y a frutos de alegría, paz y justicia.
La Voluntad de Dios como fuente de libertad y plenitud. En contraste con la búsqueda del poder, que a menudo esclaviza tanto al que lo ejerce como a quienes lo sufren, la voluntad de Dios es una fuente de auténtica libertad. Cumplir la Voluntad divina no significa renunciar a la propia identidad o autonomía, sino alinearse con el propósito para el cual fuimos creados, en un proyecto de Amor.
La libertad de los hijos de Dios no es la ausencia de restricciones, ni el cumplimiento poderoso de la propia voluntad, mucho menos la realización de los caprichos humanos, sino la capacidad de vivir plenamente según ese plan de Dios. Es la libertad de amar, de servir y de encontrar alegría en la entrega amorosa por el bien de todos. Para el peregrino de esperanza, esta libertad es un don, logrado por la Redención y otorgada por la Misericordia de Dios. Es también una responsabilidad, que lleva a los fieles a trabajar por la transformación de la sociedad, promoviendo una cultura de justicia, paz y fraternidad, desde la fe en Cristo.
El discernimiento comunitario: un camino de esperanza. Buscar y cumplir la Voluntad de Dios no es un camino que se recorra en soledad. La comunidad de fe tiene un papel muy importante en este proceso. El discernimiento comunitario ofrece una alternativa basada en la escucha mutua, el diálogo y la oración compartida.
El discernimiento comunitario tiene su referencia principal en el testimonio de los primeros cristianos, como se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Ante la controversia sobre la fe de los gentiles conversos, la comunidad se reunió en Jerusalén para discernir juntos la voluntad de Dios. Después de orar y debatir, llegaron a la conclusión de que "pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros" (Hch 15,28) no imponer cargas innecesarias a los gentiles. Este discernimiento comunitario fortaleció la unidad de la Iglesia y su misión evangelizadora.
El peregrino de esperanza, inspirado por el Espíritu Santo, busca activamente la Voluntad de Dios siempre en unión con la comunidad de fe, reconociendo que el Espíritu Santo habla y fortalece a través de la Iglesia y sus miembros. Algo fundamental para la perseverancia.
Inspirado por la Encarnación, el peregrino reconoce que la verdadera libertad y plenitud se encuentran en la entrega a los planes de Dios, que siempre son más grandes y mejores que cualquier proyecto humano, superando toda pretensión de la búsqueda del poder como imposición del propio deseo y voluntad.
A través de la fe, el discernimiento y la perseverancia, el peregrino se convierte en un testigo de esperanza, mostrando al mundo que es posible vivir según la Voluntad divina y encontrar en ella la fuente de toda alegría y paz. Siguiendo el mismo camino de María, San Ignacio de Loyola y los primeros cristianos, el peregrino de esperanza se esfuerza por vivir de una manera diferente y fecunda a las dinámicas de poder y control, invitando a todos a descubrir la belleza de un corazón plenamente entregado a Dios.